Blog de Aula del profesor MANUEL MUJERIEGO para la asignatura de HISTORIA de 2º de Bachillerato del IES Maestro Juan Rubio de La Roda (Albacete).

sábado, 3 de abril de 2010

Bloque 4: CRISIS DE ESTADO LIBERAL. Tema 7: ALFONSO XIII Y LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN (II).

B) LA CRISIS DEL SISTEMA PARLAMENTARIO (1914-1923).

En el ámbito internacional, el reinado de Alfonso XIII coincide con la etapa de la carrera de armamentos que desembocó en el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que tuvo repercusiones profundas en la economía y en la vida política de España. La profunda crisis que va de 1917 a 1923 está, a su vez, conectada con la depresión económica de posguerra y con las consecuencias del triunfo de la revolución comunista en Rusia en 1917.

1. El impacto de la Primera Guerra Mundial.
El estallido de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, fue seguido de una declaración de neutralidad del Gobierno español, que obtuvo un respaldo prácticamente
generalizado. Al aislacionismo que había caracterizado la política española desde hacía más de un siglo, se unía la conciencia de la propia debilidad diplomática, económica y militar.
La neutralidad, sin embargo, no impidió que la opinión pública se dividiera entre “aliadófilos” y “germanófilos”, ni que el tema se debatiera apasionadamente en las Cortes, la prensa y la calle. En general, la opinión progresista, los intelectuales y los sectores financieros e industriales apoyaban a los aliados, a quienes se identificaba con el liberalismo parlamentario, mientras los “germanófilos” eran mayoría entre los oficiales, el clero, la aristocracia y los terratenientes, que se identificaban con el orden, la disciplina y el
conservadurismo asociados a la imagen de Alemania.
Mucho más importantes fueron las consecuencias económicas. Tras unos meses de
recesión, provocada por la salida de capitales y el hundimiento de los negocios, a partir de 1915 se produjo un auténtico boom económico. España se convirtió en suministradora de los países en guerra.
Pero también afloraron las consecuencias sociales negativas. La repatriación de
emigrantes incrementó el paro y las exportaciones y la escasez dispararon los precios muy por encima de los salarios. Tampoco los beneficios se repartieron entre todos los grupos sociales. La falta de alimentos agravó la situación, agudizando la distancia entre ricos y pobres y provocando una tensión social explosiva.

2. La crisis de 1917.
La llamada crisis del verano de 1917 puso de golpe sobre la mesa todas las cuestiones
grandes y pequeñas que se habían manifestado a lo largo de unos años de esfuerzos por
conseguir la aproximación entre la España "oficial" y la "real". Fueron en realidad tres revoluciones las que coincidieron de forma consecutiva entre los meses de junio y agosto, aunque no conectaron entre sí. Todo comenzó con una "revolución" de los militares, siguió con otra de la burguesía y acabó con la del proletariado. Tras la crisis de 1917, como analizaremos a continuación, la monarquía quedó en pie, pero quebrantada; la opinión pública despertó y el proletariado agudizó su conciencia de clase, y su fracaso táctico en ese año se convertirá en el preludio de una unión de izquierdas que culminaría en 1931.

a) Las Juntas de Defensa.
La oficialidad se estaba organizando para reforzar su presencia en el Estado y mejorar sus ingresos. Por eso, en el origen de las llamadas Juntas de Defensa existió una mentalidad sindicalista de unidad para ejercer presión. Lo que influyó de forma directa en su organización, aparte de la cuestión de los sueldos, fue la reintroducción en 1910 de los ascensos por méritos de guerra, que habían sido suprimidos a raíz de la guerra de Cuba y Filipinas por los grandes abusos a que habían dado lugar.
Ahora, las posibilidades de ascenso estaban en Marruecos; una "preparada" marcha al
Rif por unos meses daba pie al Rey para favorecer a sus amigos y, por otra parte, beneficiaba sobre todo los oficiales jóvenes y solteros -sin problemas de familia, por tanto- que; además de cobrar allí sueldos más altos, a la vuelta se veían rápidamente ascendidos en el escalafón.
En enero de 1917 se habían formado Juntas de oficiales de Infantería y de Caballería
en la mayor parte de las guarniciones del país. Sus objetivos eran: oponerse al ascenso por méritos de guerra; solicitar una subida de los sueldos -máxime cuando eran evidentes las diferencias con los de Marruecos-, enfrentándose a los políticos parlamentarios, quienes aparecían como responsables de las medidas; exigir que los gobiernos y el pueblo tuvieran más respeto al Ejército, cuya misión era ser la columna vertebral del país.
A la vista de tantos frentes, la solución desde el poder fue intentar atraerse al Ejército como fórmula para sostener a la monarquía. Y el resultado fue la Ley del Ejército de junio de 1918, que trajo la subida de los sueldos y la regulación de los ascensos por una Junta de Clasificación que, evidentemente, frenaba los ascensos espectaculares. Lograda la pretensión, el Ejército volvió a convertirse en pilar de la Monarquía y del Gobierno frente al problema social; pero con una matización, ahora dominaba al Gobierno porque éste lo necesitaba.

b) La Asamblea de Parlamentarios.
El segundo acto de la crisis de 1917 fue la Asamblea de Parlamentarios.
Básicamente, resultó un intento por parte de la burguesía de hacer su revolución contra el sistema político. Acabó en un fracaso porque puso de manifiesto e! doble temor burgués a un proletariado que quiso utilizar y a que el movimiento se le fuera de las manos.
Desde febrero de 1917 las Cortes estaban cerradas, no por incompetencia, sino por miedo a que se planteara el debate de los graves problemas por los que atravesaba el país, y había tantas cuestiones que solucionar que Cambó, jefe de la Lliga y de la burguesía política catalana, decidió intervenir. La insurrección de las Juntas de Defensa daba suficientes motivos para abrir las Cortes; en caso de recibir respuesta negativa del gobierno de Dato, había que proceder a convocar una asamblea de parlamentarios para imponer un gobierno de concentración con las fuerzas más representativas, y así salvar al país. No cabía duda de que la oportunidad de Cambó para imponer su idea de un régimen federativo para el Estado era única.
El Gobierno no atendió a la petición de que se abrieran las Cortes, y el 5 de julio se reunieron en Barcelona 59 diputados y senadores catalanes para señalar que la situación no podía continuar así. Cambó proponía que, a la vista del desorden, era voluntad de Cataluña la obtención de un régimen de amplia autonomía, y que era de gran conveniencia para España transformar la organización del Estado, sustentándola en un régimen de autonomías más de acuerdo con la realidad de la vida española, de forma que la cohesión general trajera una mayor aportación de las energías que, en ese momento, estaban ocultas. Era, en definitiva, la rebelión de las clases y los grupos progresistas contra la oligarquía que ejercía el poder, buscando un gobierno de amplio consenso representativo de las fuerzas del país.
Pese a todas las dificultades, la Asamblea de Parlamentarios, en acción abierta contra el Gobierno, se celebró en Barcelona el 19 de julio. Para entonces los contactos con los partidos de izquierda habían fracasado, porque, mientras la Lliga Regionalista quería acabar con el sistema de turno de los partidos para iniciar una regeneración por cauces monárquicos, las izquierdas pretendían hacer una revolución contra el Estado oligárquico.
Y, de nuevo, el contraataque del Gobierno, que disolvió la Asamblea -que, como en el
caso de las Juntas Militares, había sido muy bien aceptada por la opinión pública- tachándola de separatista. En los meses siguientes la fuerza de la Asamblea se fue diluyendo. Sin duda, influyó mucho el miedo a la revolución social intentada con la huelga general de agosto.

c) La huelga general.
Desde el principio, esta huelga más que beneficiarse se resintió de los dos movimientos anteriores. Para cuando empezó, los militares ya estaban dispuestos a impedir toda subversión social o política, y los catalanes ya no pretendían llegar más allá de donde habían llegado. Los motivos profundos de la huelga fueron que España era uno de los pueblos más atrasados de Europa por culpa de todos, gobernantes y gobernados; y que la clase obrera había comprendido que los gobernantes no harían nada por salir de la atonía, luego había que sacudir al mundo político.
En mayo de 1916 el Congreso de la UGT propuso una huelga general, que sería fundamentalmente política, para lograr, con la unión de los partidos republicanos, la salida del Rey y la formación de un gobierno provisional. En ese mes, UGT y CNT iniciaron sus contactos para pedir al Gobierno asuntos concretos, entre los cuales el principal era el abaratamiento de las subsistencias. El momento de toma de conciencia de la fortaleza de la coalición de las izquierdas fue la huelga general de 24 horas en diciembre, que resultó un éxito.
Romanones prometió resolver el problema de las subsistencias y las demás peticiones
obreras, pero dejó de ser presidente del gobierno, y cuando Dato llegó al poder, en junio de 1917, no se consideró en la obligación de cumplir las promesas de su predecesor. Fue entonces cuando se formalizó la decisión de las izquierdas de llevar a cabo una huelga general que sería pacífica, extendida por todo el país y que se prolongaría lo que fuera necesario. El momento parecía propicio porque entonces los militares y la burguesía catalana estaban en contra del Gobierno; sin embargo, aparecieron divergencias entre los organizadores: el PSOE y la UGT preferían esperar hasta que se pudiera tener la seguridad de éxito y la CNT quería entrar en acción cuanto antes.
¿Cómo empezó la huelga? Todo se precipitó y a los organizadores se les fue de las
manos. El mismo día en que se reunió la Asamblea de Parlamentarios, el 19 de julio, se produjo en Valencia una huelga de ferroviarios y tranviarios que acabó en despidos por parte de la Compañía del Norte sin posibilidad de readmisión. A partir de ese momento empezaran las consecuencias en cadena. Desde entonces, y durante agosto, hubo huelgas en las principales poblaciones industriales; los huelguistas se enfrentaron al ejército y hubo muertos y heridos en Madrid, Barcelona y en las regiones industriales de Vizcaya y Asturias.
Pese a la durísima actitud del Ejército, la huelga tardó en ser dominada; en Barcelona, por ejemplo, duró diecisiete días. El factor esencial para el fracaso de la huelga fue el Ejército. Los organizadores de la huelga pensaron en un primer momento que llegaría a inhibirse, pero éste actuó al lado del Gobierno y lo hizo para demostrar a todo el país dónde estaba la verdadera fuerza de orden y para dar testimonio de fidelidad a la monarquía frente a los políticos. Tal actuación, desde luego, le valió la pérdida del prestigio popular y le determinó a intervenir en la vida política.

3. La agonía del sistema de la Restauración.
El sistema político de la Restauración había dado pruebas de su incapacidad para regenerarse desde dentro, pero lo peor era que tampoco permitía cualquier vía o solución que le salvara de aquella situación de agotamiento evidente.
El sistema se había introducido en un verdadero callejón sin salida.
Tras la crisis de 1917 ya nada será igual. El sistema político está herido de muerte.
Los partidos dinásticos (Conservador y Liberal) siguen padeciendo crisis internas y luchas por el liderazgo, esto genera, además, una inestabilidad política permanente. La alternancia se ha acabado, pero en su lugar se forman gobiernos de concentración (con participación de todos los partidos) que aportan todavía menos estabilidad. En este periodo se suceden doce gobiernos distintos. Por si fuera poco, el rey participa en la vida política más de lo que sería deseable.
Pero el panorama podía ser peor: las reivindicaciones autonomistas catalanas se hacen
cada vez más fuertes, estas, pasarán a un segundo plano por un rebrote inusitado de la violencia social del que hablaremos más adelante. El golpe de gracia lo da el desastre de Annual en la guerra de Marruecos, donde más de 12.000 soldados son masacrados por el líder rifeño Abd-el-Krim.

4. La guerra social.
Por si no hubiera bastante con la inestabilidad del sistema y con la desesperanza que
provocaba la imposibilidad de desbloquearlo, un acontecimiento vino a complicar las cosas todavía más: la guerra social barcelonesa
La guerra social es la expresión más utilizada por algunos historiadores para denominar a la fase crítica de la lucha establecida entre la patronal catalana y las diversas organizaciones obreras, que tuvo lugar principalmente en la ciudad de Barcelona, entre 1919 y 1923. La lucha violenta había venido precedida de una serie de movimientos huelguísticos, entre los que conviene señalar uno sobre todo: la huelga de La Canadiense, de febrero de 1919 en Barcelona, la primera gran huelga ganada por el movimiento obrero. El resultado de La Canadiense produjo varios efectos contrapuestos:
- La reacción de la patronal, que tomó las consecuentes contramedidas: el lock out
(cierre patronal de una fábrica) y la fundación de un sindicato amarillo para luchar contra los sindicatos de clase: los llamados Sindicatos Libres.
- La actividad terrorista por una y otra parte se tradujo en una situación de pistolerismo organizado a través de la contratación de matones a sueldo por parte de la patronal, que era respondido en igual medida por las organizaciones obreras, con muertes y destrucciones por una y otra parte.
Por otra parte el campo andaluz no estuvo exento de problemas. Los levantamientos
anarquistas eran constantes y sangrientos, algún historiador ha denominado a esta etapa como trienio bolchevique.
Las causas para explicar todo este estallido de violencia social está en la crisis económica que sacudió Europa tras la I Guerra Mundial. A esta crisis internacional en España concretamente se sumó el fin de las exportaciones a Europa y que los precios no volvían al nivel de antes de la Gran Guerra tras el inicio de la etapa exportadora. Ni que decir tiene que el crecimiento de los salarios iba muy por debajo del de los precios de los productos de primera necesidad.
Otra segunda causa era el deseo de imitar la revolución rusa. Esta revolución se dio en octubre de 1917 y supuso el triunfo de un movimiento obrero que por primera vez
conquistaba el poder político en un país siguiendo las ideas de Marx. Toda Europa se vio sacudida por movimientos de este tipo, acabaron todos en fracaso.

5. El desastre de Annual y sus consecuencias.
Tras el intermedio que supuso los años de la I Guerra Mundial en el proceso de ocupación militar de Marruecos, Francia acelera la carrera y hace saber a España que si no ocupa su zona la ocupara ella. De manera precipitada se hacen los preparativos para concluir la conquista. Enfrente están las cabilas rifeñas de Abd-el-Krim que conocen perfectamente el terreno y desarrollan actos de hostigamiento al ejército español. El comisario español en Marruecos (máxima autoridad militar del Protectorado) es el general Berenguer, éste se encargará de ocupar la zona occidental; la zona oriental estaría al mando del general Fernández Silvestre que iniciará la ocupación desde Melilla. Silvestre, sin embargo, en una pésima actuación diseñada en la comandancia de Melilla, inició una penetración rápida, sin tomar la precaución de no quedar aislado de la retaguardia, con lo que quedaría a merced de
las tropas irregulares de Abd-el-Krim, el caudillo rifeño.
Las tropas españolas, aisladas en la ratonera de Annual en 1921, sufrieron un gran
descalabro, huyendo en desbandada mientras eran acribilladas por los irregulares de Abd-el- Krim. Trece mil hombres perdieron la vida en una acción tan desastrosa como poco honrosa.
Para determinar las responsabilidades del desastre de Annual se inició la instrucción
de una investigación: el Expediente Picasso. Pero en esto, se produjo el golpe de Estado del capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera.

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